Creo que como a muchos de nosotros nos pasará, esta experiencia no se puede resumir en un único folio, ya que aunque ha sido solo una semana, hemos vivido muchísimas sensaciones día tras día y de forma tan intensa que parece que ha sido un largo viaje lleno de distintas emociones.
Mi experiencia comenzó cuando días antes de iniciar esta aventura contacté con Dora la que con amabilidad me ofreció recogerme desde casa hasta Almería sin problemas. De camino ya conocí a Milagros (gracias doctora por ese suero que a tantos nos salvó!) y Laura, y ellas 3 me hicieron sentir como en casa en todo momento, compartiendo habitación en el albergue, risas, fotos, momentos en las dunas (ejem… XD) camarote de vuelta en el ferry y mil momentos que quedarán grabados siempre en mi recuerdo.
Momentos bonitos que siempre recordaré fue cuando desperté en el camarote del ferry viendo la cara de Lucía al descubrir el regalo que el Ratoncito Pérez le había dejado al llevarse su primer diente. El día que estuvimos en el colegio de Hassi Labied cantando con los niños “el tallarín” y ver la felicidad en sus caras mientras bailábamos todos juntos. El momento “moto” con Laura y los chicos de Merzouga que nos enseñaron como se hacía el rico pan bereber, y esas maravillosas noches en el albergue cantando y tocando las “castañuelas” todos juntos.
Siempre recordaré el primer momento que pisé la arena del desierto, el paseo en camello, dormir en haimas, el amanecer tras las dunas, el regreso andando descalzos por la arena anaranjada del desierto, las cadenas humanas que realizábamos todos codo con codo para llevar las donaciones a su destino, las ricas galletitas bereberes, y el maravilloso té.
Pero sobre todo este viaje me ha aportado muchísimas cosas. Por un lado abrir muchísimo la mente, para darme cuenta cómo conviven otras culturas, y cómo se puede ser igual de feliz con tan poco. Al fin y al cabo los bereberes son personas como nosotros, y aunque creamos que están en un mundo más “atrasado” tal como nos hacen ver por la tele, radio… creo que nos sacan mucha ventaja en cuanto a humanidad se refiere. Y por otro darme cuenta que con poco que ayudemos a alguien puede suponer muchísimo para esa persona, y viendo la hospitalidad del pueblo bereber y cómo nos abrían las puertas de sus casas y nos invitaban a té sin esperar nada a cambio, te das cuenta lo que realmente importa en la vida. Por todo ello estoy muy contenta de haber realizado este viaje, conocer al pueblo bereber y haber disfrutado de sus paisajes y sus gentes.
Quería agradecer a los monitores Alicia, David y Juan todo el empeño que le ponen a sus proyectos, gracias a gente como vosotros el mundo es un poquito mejor. A todas las personas del albergue que nos cocinaron con tanto cariño y estuvieron tan atentos de nosotros en todo momento. A nuestro querido Moha el cual nos acompañó en esta experiencia y llevaré siempre en mi recuerdo y espero volver a verlo pronto. Mención especial a Lucía por poner el toque inocente a este viaje y su mami Begoña por permitirnos darnos cuenta de los valores que realmente importan transmitirle a un niño. A todos los bereberes de Merzouga, de Hassi Labied y del desierto en general por toda la amabilidad ofrecida en todo momento, por su hospitalidad, y por enseñarnos tantísimo. Y finalmente a todos vosotros, compañeros, por haberme dado la oportunidad de compartir este maravilloso viaje con vosotros. Espero que esta aventura continúe…
ANA BELÉN