…Con los hombres azules irme al azul desierto…
Es una tarea difícil intentar explicar con palabras todo lo vivido durante esa semana en Merzouga. Hablando desde mi experiencia considero que es difícil entender cualquier situación que no se haya experimentado en primera persona, y por consiguiente, se dificulta aún más si se trata de un viaje a una zona que difiere tanto a este país.
Comúnmente cuando viajamos, nos interesamos en visitar el mayor número de sitios posibles, dejando a un lado la preocupación por conocer a la gente y cultura del lugar. Y bien, aunque he quedado maravillada con los paisajes del desierto en particular, y de Marruecos en general, puedo garantizar que de lo que más he disfrutado ha sido del carácter y filosofía de vida de los bereberes.
En un principio creía que como participante de este viaje solidario, me iba a Marruecos a ayudar a personas que carecen de recursos para cubrir algunas de sus necesidades. Sin embargo, pronto comprendí, que todas ellas me estaban ayudando a mí, con el simple hecho de mostrarme su manera de vivir.
En definitiva, puedo afirmar que me ha encantado realizar este viaje, aprender de esa cultura que es mucho más feliz con tan poco, valorar las pequeñas cosas como el observar la luna, ver amanecer, sentir el viento en el silencioso desierto, así como saber vivir en el presente sin preocuparse del pasado ni de lo que vendrá.
Así mismo, valoro la oportunidad que he tenido de crecer como persona, de saber darle a cada hecho la importancia que tiene, de entender ‘que la prisa mata’ y sobre todo me ha encantado comprender que tenemos muuuuuuucho que aprender.
Como dice Manolo García en una de sus letras “Lo único que deseo es con los hombres azules irme al azul desierto”.
Natalia