NUESTRO VIAJE A MERZOUGA

Más que un viaje al desierto, hemos realizado una de las mayores experiencias de nuestra vida. Además de conocer el trabajo de Viento Norte Sur, este viaje nos ha permitido conocer de cerca otra cultura y a otro pueblo, el bereber, más allá de los tópicos occidentales. Fuimos invitados a compartir tres días con Mohamed, Fátima e Ibdril: una oportunidad que no podíamos dejar escapar. Compartimos el “agrom”, (“atayum agrom” junto a Fátima) recoger””nah nah” para el té, acarrear agua del pozo común, alimentar al “Agayul”, contemplar la “aiur” y las “iteram” por las noches, evitar el “tafuit” con las siestas a la sombra… son pequeñas cosas que no podremos olvidar.

LAS DONACIONES

Uno de los objetivos de los viajes de Viento Norte Sur es el inventariar y repartir las donaciones que aportamos los asistentes. En nuestro caso, no compramos nada. Tras correr la voz entre los amigos y familiares, todos aportaron su granito de arena revisando botiquines, armarios y material escolar. ¿quién no puede prescindir de una caja de ibuprofenos, unas gasas, alguna camiseta o tal vez unas cajas de pinturas? Nuestra sorpresa fue enorme cuando vimos la montaña de cosas que se fue creando en nuestro salón semanas antes del viaje. Una vez en Merzouga, inventariarlo todo y trasladarlo a los diferentes puntos, se convirtió en una experiencia compartida con el resto de participantes, llena de pequeñas anécdotas, como el viaje en todo terreno, el té para todos en la escuela…

 LAS ESCUELAS

A pesar de estar de vacaciones (La fiesta de la primavera coincide con nuestra estancia), son varios los niños y niñas que se acercan a una de las escuelas para recibirnos y agradecer nuestra pequeña aportación. Resulta increíble el interés que tienen por aprender y los esfuerzos de Viento Norte Sur en la lucha diaria por el Derecho a la Educación de estas comunidades. En muchas de esas escuelas, una vez terminada la jornada diaria, son las mujeres quienes aprenden a leer y escribir. Aún queda mucho trabajo por hacer: conseguir letrinas, duchas, material escolar y en algún caso, profesores, se convierte en una lucha titánica.

 LA NOCHE EN EL DESIERTO

Tras subir la Gran Duna, contemplar el atardecer, perdernos, y comprobar que Miguel tenía razón, que es mejor perderse en el desierto que en el Metro, tuvimos la suerte de encontrarnos con un bereber llamado Ahmid: quien tras un “Tranquilos, amigos, no pasa nada, hay té” y tras un rato de charla bajo las estrellas, se encargó de devolvernos con nuestro equipo, siendo recibidos con un jocoso “Hay un gallego en la duna” y disfrutamos de una maravillosa noche, que terminó al ritmo de los tambores de Mohamed y su gente, al calor del fuego. La hospitalidad y la ayuda a los demás es una constante del pueblo bereber.

DINÁMICAS Y TALLERES EN EL ALBERGUE

En todo momento se nos dejó libertad para organizar nuestra estancia y nuestro tiempo, lo que nos parece un gran acierto por parte de la organización, pero ¿cómo no participar en las diferentes dinámicas, talleres de henna, excursiones… ? Es la gran diferencia de este viaje solidario, que brinda la oportunidad de conocer mejor al personal del albergue , al resto del grupo y a las gentes de Merzouga, pero … “Tranquilo, amigo, que la prisa mata”. En nuestro caso, al convivir tres días con una familia bereber, decidimos posponer alguna excursión para nuestro segundo viaje con Viento Norte Sur, pues sin duda, repetiremos seguro.

DESCUBRIENDO NUEVA GASTRONOMÍA

Desde el pan de Fátima a los exquisitos platos del albergue… no pudimos dejar de comer. Qué maravilla.

LAS NOCHES EN EL ALBERGUE

El albergue, además de disponer de todas las comodidades occidentales, cuenta con un equipo humano increíble, siempre dispuestos a ayudarnos, y a compartir con nosotros unas veladas inolvidables.

RACIAS POR ESTA EXPERIENCIA

Ni que decir tiene, que repetiremos.

Gracias, Viento Norte Sur, por vuestro trabajo, vuestra dedicación, pero sobre todo por vuestra calidad humana.