Rafa de Paz

Desde que tengo uso de razón mis recuerdos son por las tablas del balneario de la escuela de vela, una asociación deportiva que fundaron mis padres, o de campamento en verano. Mi madre siempre gasta la broma de que yo dije botavara antes que mamá. Allí aprendí los valores del compañerismo, la amistad, la enseñanza y el amor por la vela y el mar, fundamentalmente por este nuestro «gran mar menor» que tan poco cuidamos y valoramos.
Allí he dado clase de vela, hemos organizado campamentos náuticos, actividades para grupos en cruceros a vela y he navegado como patrón en charters por el mediterráneo… todo con el mismo denominador, el mar y las personas.
Cuando creí que lo sabia todo, la vida me dio la oportunidad de hacer un Erasmus en Rumania.
Mi aventura siguió por Inglaterra un año mas ya en lucha con el mercado laboral. Ningún mar en calma forja expertos marineros.
Después de unos años de reconfiguración tuve la suerte de conocer a la asociación y a Miguel en un viaje de convivencia a Menorca donde sus primeras palabras me hicieron conectar rápidamente con todos esos valores; “chicos a mi siempre me gusto ir de campamento cuando era pequeño así que ahora organizo campamentos aunque seamos mayores»
Tengo tanta formación y títulos como cualquier afortunado de hoy, que ahora llaman a la frustración.
Me considero una persona sencilla, racional y sensible, que lucha por tener la mente abierta, un romántico de la amistad y lo natural. Me gusta enseñar lo que sé sin pretensiones, filosofar, una empresa de construcción me da de comer, me interesan los recursos humanos, las competencias únicas de cada persona que encajan como un puzzle, la responsabilidad social corporativa llama mis ganas de mejorar el mundo, el diseño gráfico me evade y la fotografía astronómica esta levantando mi curiosidad.
Creo que no existe una única verdad, y estoy seguro de que al final el secreto de todo esto es conocer las demás, compartir la tuya y no imponer ninguna