La convivencia ha sido una herramienta muy potente para entrar en contacto con la realidad de Mouit, sus ritmos y rutinas, sus necesidades y obligaciones diarias, sus durezas y ternuras. Se me ha brindado la oportunidad de poder explorar/comparar mi realidad interior y la que nos rodea en nuestra Europa «civilizada» con la de allí. He intentado no juzgar ni un lado ni otro ya que no creo podamos hacerlo y de esta forma he disfrutado de una convivencia cociente.

Es una experiencia que aconsejo a una familia entera. Creo que podría ser muy enriquecedora para los acogidos y los que acogen.