Embarcar en este viaje me ha servido para conocerme un poco más, escapar de la inmediatez que nos asfixia y sentir el placer de llegar siempre a tiempo.

Andar sin prisa, escuchar sin prisa, y aun sintiendo las agujas del reloj… tic-tac-tic-tac, vivir sin prisa.

Solo me queda agradecer al pueblo bereber su hospitalidad e interés por conocernos y dejarse conocer. Los prejuicios nos ciegan y no nos dejan disfrutar del paisaje.

Volveremos a vernos, in sha Allah.