Para mi ha sido una experiencia maravillosa, y me hubiese gustado quedarme más tiempo con la familia. Es una experiencia tan enriquecedora que recuerdo haber hablado con mis compañeros que todos teníamos la sensación de que el tiempo había pasado volando pero a la vez parecía que habíamos estado allí un mes.

En mi familia en concreto, son muy pobres y las costumbres son muy machistas, pero son gente maravillosa y comparten contigo lo poco que tienen sin dudarlo. Con una experiencia así te das cuenta de lo importante que es apreciar lo que se tiene y de que hay que valorar el tiempo que poseemos para disfrutar de la vida, algo que es difífil hacer cuando estas inmerso en el ritmo de vida de una ciudad grande.

Personalmente, me impactó mucho todo lo que disfruté jugando con los niños. No solo los de mi familia, sino con todos los del poblado. Si me colocaba en medio de la calle con un niño y me ponía a jugar a la pelota, comenzaban a aparecer niños por todos lados y desde todas las direcciones. Jugar con ellos fue maravilloso ya que me reía mucho con ellos a pesar de no poder comunicarme con ellos en ningún idioma.

Otro aspecto que me parece muy interesante de destacar es que si no vives una experiencia así no sabes de verdad las necesidades que tienen estas familias. En el caso de la mía, más que ropa y comida (que tienen poca pero se apañan), lo que necesitan es educación para mejorar la higiene y mucho amor; que les dediques tiempo y hagas cosas con ellos dibuja siempre una sonrisa en sus caras. Y en la mía